La violencia en México no sólo está creciendo a manos de los grupos de la delincuencia organizada, sino también de la delincuencia común y con ello, la violencia interpersonal también ha aumentado.
Esa es la dura realidad que se concluye en el Índice de Paz México 2018 (IPM), elaborado por el Instituto para la Economía y la Paz (IEP), que usa la metodología del Índice de Paz Global -la más reconocida medición de la paz en el mundo-, para elaborar una evaluación que brinde una perspectiva integral y acerque soluciones.
El panorama que nos muestra es preocupante: el liderazgo en los cárteles ha sido neutralizados provocando la fractura de los mismos y un aumento de la competencia entre ellos. Conforme se separan y el riesgo de pertenecer a un cartel aumenta, algunos de sus miembros regresan a la delincuencia común. Como resultado, se eleva los niveles de violencia en otros ámbitos de la sociedad, provocado por personas que aprovechan la debilidad del Estado de derecho. Los altos niveles de impunidad apoyan la tendencia.
Tras dos años de escalada de violencia, la tasa de homicidio de México en 2017 alcanzó niveles máximos históricos: más de 29,000 víctimas, el año más violento del que se tiene registro, con un aumento de 25% y un deterioro del nivel de paz de 10.7% en comparación al 2016.
El aumento también fue sustancial en la tasa de violencia con armas de fuego, que se elevó 36%; 28 de los 32 estados reportaron tasas crecientes de delitos cometidos con armas de fuego.
La violencia también va en aumento en otras áreas de la sociedad. La violencia intrafamiliar aumentó 32% durante los tres años previos a 2017.
La violencia tiene también un fuerte impacto económico, que en 2017 alcanzó la cifra de 4.72 billones de pesos, lo equivalente a 21% del PIB nacional, uno de los mayores porcentajes del mundo. Para dimensionarlo, de lograr una reducción de 10% de la violencia, se liberarían recursos equivalentes al costo anual total del sistema de salud pública.
Este nivel del costo económico de la violencia reafirma la necesidad de aumentar el nivel de inversión en su contención. México necesita hacer las inversiones adecuadas, en cantidad y calidad, para superar esta cara crisis de violencia.
En el informe se analiza también la dinámica de la violencia en México; las actitudes, instituciones y estructuras que crean y sostienen sociedades pacíficas, conocidas como Paz Positiva, necesarias para reducir las tasas de violencia.
En los indicadores del desempeño de la sociedad se observa que la ciudadanía hace su parte y se encamina a una sociedad en paz.
Las bajas calificaciones en buen funcionamiento del gobierno, bajos niveles de corrupción y libre flujo de información en particular, concluye el análisis, son evidencias del mal desempeño del gobierno en áreas clave, que han atrapado a México en un ciclo de violencia.
Además, anota que los pilares en los que el desempeño de México fue deficiente son característicos del tipo de debilidad institucional que permite un incremento de la delincuencia organizada.
La violencia debilita la confianza, y su deterioro contribuye a la violencia. Si los delitos no se sancionan, la confianza de los ciudadanos en el gobierno decae. En este contexto algunas personas aprovechan las altas tasas de impunidad para cometer actos violentos. Así, las fallas del gobierno y la corrupción están impidiendo la confianza y el progreso.
El estudio señala además que la “guerra contra las drogas” no es un objetivo de política pública viable para construir la paz. México se ve aquejado por el “narcotráfico transnacional”, pero los efectos del crimen organizado se acentuaron luego de que se declarara la guerra al narcotráfico en 2006.
Desde entonces el constante aumento de la violencia evidencia que hace falta una estrategia mucho más amplia, que analice las múltiples dinámicas detrás de las violencias y no sólo atienda los síntomas sino también las causas.
Las conclusiones del IPM 2018 indican que se requiere, cuando menos, reducir la corrupción y la impunidad, desarrollar la capacidad institucional, la transparencia y la rendición de cuentas; proteger a los jóvenes, proteger los espacios públicos y hacer frente al comercio ilegal, la extorsión, el secuestro y las distintas formas de homicidio.
Desde la acción individual, conocer y considerar el estado actual del país debe servir para tomar medidas de seguridad, para estar mejor preparados y para buscar contribuir a generar paz.
Podemos por ejemplo considerar y aprender medidas para proteger los hogares contra robos, medidas de seguridad y defensa personal (cuando sea posible enlazar a blog 7 de este mes) , aprender a proteger mejor a los niños y los jóvenes, buscar mejorar la seguridad vecinal y las redes de seguridad, etc., para seguir aportando lo que sea necesario en aras de alcanzar la paz.